El cuidado postural las 24 horas del día es una estrategia pensada para personas con movilidad reducida, sin importar la edad o la condición de salud. Puede aplicarse en niños, adultos y adultos mayores. En esta nota vamos a enfocarnos en los adultos mayores con demencia, un grupo que enfrenta desafíos muy particulares.
La propuesta de este tipo de cuidado es simple de entender: acompañar al cuerpo en todo momento para prevenir distorsiones, mantener la simetría corporal y aumentar la información propioceptiva. Cuando se aplica de forma constante, no solo ayuda a evitar complicaciones físicas, sino que también hace más sencilla la vida diaria. Acciones básicas como la higiene, la alimentación o los traslados se vuelven más seguras y confortables, y esto repercute directamente en la calidad de vida.
Uno de los principales problemas en los adultos mayores con demencia es la pérdida de lo que se llama “esquema corporal”. Esto significa que el cerebro deja de recibir información clara sobre dónde está cada parte del cuerpo y cómo se mueve. Esa desorientación genera conductas repetitivas —como frotar objetos o tensar músculos — y aumenta el riesgo de adoptar posturas dañinas que favorecen caídas, dolores o posiciones encorvadas. El cuidado postural 24/7 ayuda a compensar esta falta de información brindando más contacto y soporte al cuerpo. De esta manera, se retrasa la tendencia natural hacia posturas encogidas, contracturas y pérdidas de estabilidad.
Otro aspecto central es la paratonia (más info en https://www.paratonia.org/), un aumento involuntario de la resistencia al movimiento que aparece casi siempre en etapas avanzadas de la demencia. Para quienes cuidan, la paratonia suele ser un gran obstáculo: dificulta los cambios de postura, las transferencias y hasta la higiene. Sin embargo, con un abordaje adecuado, puede transformarse en una oportunidad. El uso de soportes estables y envolventes reduce esa resistencia, promueve la relajación muscular y facilita la colaboración de la persona cuidada. Esto no solo disminuye el dolor y la rigidez, sino que también hace que los cuidados diarios sean más seguros y menos estresantes tanto para el paciente como para el equipo o la familia.
Finalmente, es importante entender la relación entre la postura, la superficie de apoyo y la habilidad para moverse. Pasar muchas horas en la misma posición, ya sea en cama o en silla, genera que los tejidos se adapten y rigidicen. Esto limita cada vez más las posibilidades de movimiento y contribuye a la aparición de distorciones. En cambio, si el cuerpo está bien apoyado durante el día y la noche, la superficie de contacto se convierte en una herramienta terapéutica: sostiene, da seguridad y ofrece información que ayuda a mantener o recuperar habilidades posturales. De esta forma, el cuidado postural 24/7 protege la forma corporal, facilita el descanso y mejora la participación en las actividades cotidianas, retrasando dolorosas complicaciones posturales.
En conclusión, este tipo de cuidado no es una necesidad en geriatría y en la atención de personas con demencia. Ofrece una respuesta integral a los problemas sensoriales, motores y posturales que aparecen con la edad y la enfermedad, y contribuye a preservar la dignidad y la calidad de vida. Para lograrlo, es fundamental que los equipos de salud y las familias trabajen juntos, integrando estas prácticas en los planes de cuidado diarios y asegurando la capacitación constante de quienes acompañan a los adultos mayores.